El precio del gas se dispara hasta un 20% después de que el Kremlin sancione a 31 entidades de diferentes países, entre ellas la que gestiona el tramo polaco
El Kremlin ha decidido cortar una de las vías clave que abastecen de gas a la Unión Europea. El monopolio estatal Gazprom ha anunciado que suspenderá el suministro por todo el gasoducto Yamal-Europa porque la dueña del tramo polaco, EuRoPol GAZ, fue sancionada por Moscú el miércoles por la noche, y el Gobierno de Vladímir Putin exige que lo gestione otra compañía. Las sanciones rusas, impuestas en respuesta a las europeas, afectan sobre todo a filiales de Gazprom en territorio de la UE, y han empezado a notarse este jueves. Las autoridades alemanas informaron de que Gazprom Germania ya ha dejado de recibir gas.
El gasoducto Yamal-Europa tiene una longitud de más de 4.000 kilómetros y parte desde Toryok, en la zona occidental de Rusia, hasta la ciudad alemana de Fráncfort del Óder, pasando por Bielorrusia y Polonia. Su capacidad máxima es de 33.000 millones de metros cúbicos de gas anuales, aproximadamente lo que consume España en un año, y por Polonia discurren 683 kilómetros de su recorrido. El monopolio estatal ruso Gazprom era accionista de la propietaria de este tramo, EuRoPol GAZ.
La guerra del gas iniciada a finales del año pasado entre Europa y Rusia había dejado en el alambre el futuro del gasoducto Yamal-Europa. La canalización registró varias interrupciones en su suministro desde diciembre y ahora se utilizaba para conducir gas ruso a Alemania a través de Polonia. Gazprom puso otro clavo en el ataúd del tubo esta semana al anunciar que no había reservado absolutamente nada de su capacidad de suministro para el tercer trimestre de este año.
“(El Kremlin) ha prohibido efectuar pagos y transacciones con entidades sancionadas, en particular a Gazprom, lo que significa el veto al uso de este gasoducto”, explicó un representante de la compañía rusa, Serguéi Kupriánov. La empresa denuncia que su antigua socia polaca “ha violado repetidamente los derechos de Gazprom” desde el 26 de abril, cuando la gasista rusa cayó en una nueva ronda de sanciones europeas. “Nos impidieron ejercer nuestros derechos sobre las acciones y otros valores de EuRoPol GAZ y recibir dividendos”, agregó el portavoz.
El Gobierno ruso aprobó el miércoles por la noche una lista de 31 entidades jurídicas de todo el mundo que están sujetas a sus sanciones. Entre las sancionadas no solo figuran empresas estadounidenses y europeas, sino también de países asiáticos como Singapur. La mayor repercusión de estas medidas punitivas es que afectan a las antiguas filiales de Gazprom en Europa, entre ellas varias francesas y alemanas, lo que impedirá mantener sus negocios con Rusia a estos operadores de gasoductos y depósitos de gas.
La única alternativa será que otras empresas ocupen su lugar. El portavoz de Putin, Dmitri Peskov, subrayó que “no habrá ninguna relación con estas compañías, han sido prohibidas y no pueden participar (en la compra de gas)”, aunque dejó abierta la puerta a que otras las sustituyan. “Hay que ponerse en contacto con Gazprom para tener más detalles”, agregó.
La energía como arma
Uno de los países afectados es Alemania, donde el ministro Habeck ya ha alertado de que se avecinan subidas en los costes de los nuevos suministros. Varias empresas, entre ellas Gazprom Germania, actualmente bajo tutela estatal, ya han dejado de recibir gas, unos 10 millones de metros cúbicos diarios —que equivalen a aproximadamente un 3% del total—, explicó Habeck en el Bundestag, el Parlamento alemán. De momento, esa cantidad se está supliendo con otros proveedores, sobre todo empresas noruegas y holandesas. “Estamos vigilando muy de cerca la situación, pero Alemania está preparada. Podemos compensar la falta de suministro, pero lo que está sucediendo demuestra que la energía es un arma en este conflicto”, añadió.
La lista de contrasanciones rusas incluye la instalación de almacenamiento de gas más grande de Alemania, en Rehden, en Baja Sajonia, que tiene 4.000 millones de metros cúbicos de capacidad y que opera Astora. El ministro apuntó a que la inclusión de las filiales alemanas de Gazprom significa que otras empresas tendrán que firmar nuevos contratos de suministro que “probablemente se celebrarán a precios más altos”. El Gobierno alemán facilitará garantías financieras a las compañías que asuman los nuevos acuerdos. El grueso del gas que alimenta la industria alemana sigue llegando por el Nord Stream 1, un gasoducto que discurre por el lecho del mar Báltico.
Habeck señaló que Alemania podría hacer frente a un corte abrupto del gas ruso a partir del próximo invierno. “Si tenemos las instalaciones de almacenamiento llenas, si dos de las cuatro regasificadoras flotantes de gas natural licuado (GNL) que hemos alquilado ya están conectadas a la red y si ahorramos significativamente la energía que consumimos, podríamos superar el invierno”, aseguró en una entrevista en Wirtschaftswoche. Posteriormente, en una comparecencia en el ministerio, volvió a pedir la colaboración de empresas y ciudadanos para intentar reducir el consumo un 10%. Los depósitos de gas alemanes se encuentran al 38% de su capacidad, una cantidad todavía baja que debería mejorar a lo largo del verano para llegar al 90% en otoño.
Esta semana se ha originado un gran cuello de botella en los gasoductos rusos. El 10 de mayo, el operador gasista ucranio GTS informó de que suspendería el suministro a Europa a través de la estación de Sojránovka “por causas de fuerza mayor”. Por ese tramo pasaba una cuarta parte del gas ruso que cruza a Europa a través de Ucrania, y Kiev solicitó desviar el bombeo a otra estación que está bajo su control. Gazprom rechazó la propuesta alegando que es “tecnológicamente imposible”.
Además del cierre de varios gasoductos, Gazprom anunció a principios de mayo que dejaría de bombear gas a Polonia y Bulgaria directamente porque estos países se habían negado a participar en el mecanismo ideado por el Kremlin para cambiar los pagos en dólares y euros por rublos.
Este sistema establece, teóricamente, que los compradores abonan sus contratos en la divisa pactada en una cuenta del brazo financiero de Gazprom, y este la cambia por rublos en la Bolsa de Moscú. Sin embargo, Varsovia y Sofía desconfiaban de que esto sirviera en el futuro a Moscú para cuestionar los contratos firmados si escalaba la tensión con el resto de Europa.