«Sigo deshaciéndome de la energía negativa en mi vida. Creo que en 2022 habrá una mejora con respecto a 2021, pero todavía no quiero hacer nada. Seguiré ‘acostado’. Disfruto este estado».
Cuando Jeff (no es su nombre real), dejó su ciudad natal de Hangzhou por un trabajo muy bien remunerado como desarrollador de aplicaciones en Pekín hace varios años, igual que muchos jóvenes profesionales chinos, el trabajo se convirtió en su vida.
El poco tiempo libre que tenía fuera del trabajo lo pasaba jugando a lo que él describe como juegos de computadora «sin sentido».
No desarrolló un círculo social en su nueva ciudad y finalmente dejó de intentarlo.
Pero cuando llegó la pandemia, la vida tal como la conocía se detuvo abruptamente. Como a muchos otros trabajadores, la covid lo hizo reevaluar sus prioridades en la vida.
Cuando hablaba con sus amigos artistas en su ciudad natal, se dio cuenta de que, aunque ellos tenían poco dinero, siempre tenían algo interesante que decir sobre su día y lo que estaban haciendo, mientras que él todo lo que tenía era trabajo.
Cuando su empresa comenzó a despedir personal debido a la pandemia, se vio obligado a trabajar entre 60 y 70 horas a la semana.
Finalmente no pudo más y se tomó un tiempo libre para viajar.
Durante su estancia en la ciudad de Ho Chi Minh en Vietnam, tuvo una epifanía después de ver grupos de ancianos reunidos en un bar cercano simplemente relajándose, charlando y viendo fútbol durante horas.
Su mente seguía volviendo a ellos. ¿Por qué no podía ser como ellos, simplemente relajarse y acostarse?
Y entonces hizo exactamente eso. Regresó a casa y renunció a su trabajo.
Es uno de los muchos ciudadanos chinos que renunciaron o redujeron su compromiso laboral en los últimos dos años.
La idea de «acostarse boca arriba», o «tang ping» en chino, significa tomarse un descanso del trabajo implacable.
El movimiento tang ping despegó durante 2021, ya que muchos sintieron que estaban bajo una presión cada vez mayor para trabajar siempre más y superar a sus compañeros.
Cansado de trabajar de lleno
El trasfondo de esta tendencia es un mercado laboral cada vez más reducido en China, lo que significa que los jóvenes ahora están bajo presión para trabajar muchas más horas y están agotados.
La gente «se siente muy apática ahora que tiene que lidiar con el coronavirus y está exhausta. Literalmente, solo quiere acostarse con un libro, o sentarse y mirar televisión, en lugar de mantener el impulso trabajando duro», dice Kerry Allen, analista de medios de China de la BBC.
Esto significa que si bien la pandemia de covid podría estar disminuyendo, el movimiento tang ping no lo está.
En los sitios de redes sociales chinos, los usuarios publican mensajes que dicen que no quieren volver a ser como eran antes de la pandemia y que ahora tienen la confianza para llevar una vida con un ritmo más lento.
La anterior política china de un solo hijo ha significado que muchos jóvenes profesionales crecieron sin hermanos o hermanas, y esto ha aumentado la sensación de tensión de muchas personas.
Los valores tradicionales de poder ser propietario de una casa y tener hijos siguen siendo muy importantes en China.
Sin embargo, muchas personas de entre 20 y 30 años se preocupan de que nunca podrán lograr estas cosas.
Aquellos que son hijos únicos argumentan, por ejemplo, que también tendrán que cuidar a sus padres ancianos y que para muchas personas los precios de las propiedades están cada vez más fuera de su alcance.
En 2019, el magnate tecnológico y fundador del grupo Alibaba, Jack Ma, fue criticado por respaldar la llamada cultura laboral 996 de China, donde la gente trabaja de 9:00 a. m. a 9:00 p.m., seis días a la semana.
El año pasado, el máximo tribunal y el Ministerio del Trabajo del país dictaminaron que estas prácticas eran ilegales.
Sin embargo, si trabajar 996 sigue siendo lo que se necesita para tener éxito profesionalmente, tal vez no sorprenda que algunos jóvenes opten totalmente por no hacerlo.
Las tendencias demográficas significan que es probable que se intensifiquen las presiones sociales sobre los jóvenes.
Para 2035, la OCDE pronostica que el 20% de la población de China tendrá más de 65 años, lo que ejercerá una mayor presión sobre los jóvenes para apoyar a las generaciones mayores.
Jeff, que no quiso ser identificado por temor a una respuesta negativa, describe su propia decisión de abandonar su trabajo y su vida en Pekín como «una protesta silenciosa [contra] las reglas actuales. No aceptar cuando la gente te dice que debes aprender más y trabajar más duro».
Esto puede sonar casi subversivo en China. El sentimiento que expresa está tan generalizado que incluso justificó una advertencia explícita del presidente Xi Jinping, en un artículo en el diario del Comité Central del Partido Comunista publicado el pasado octubre.
«Es necesario evitar la solidificación de los estratos sociales, suavizar los canales de flujo ascendente, crear oportunidades para que más personas se enriquezcan, formar un entorno de desarrollo donde todos participen y evitar la ‘involución’ y el ‘aislamiento'», escribió.
Ninguna de estas tensiones entre generaciones es exclusiva de China.
Tanto en EE.UU. como en Europa, los economistas hablan de una ‘Gran Renuncia’, con millones de trabajadores que se jubilan, renuncian o se niegan a aceptar trabajos que consideran inútiles o poco gratificantes.
Entonces, ¿puede ser el «acostarse boca arriba» la versión china de estas tendencias?
La doctora Lauren Johnston, investigadora asociada del Instituto de China de la Escuela de Estudios Orientales y Africanos de la Universidad de Londres, dice que la situación en China tiene diferentes causas.
En primer lugar, hay jóvenes migrantes rurales en Pekín o Shanghái, que ahora se dan cuenta de «cuán atrasados están, en términos de poder ganar suficiente dinero para comprar una casa, o competir con los jóvenes de la ciudad que crecieron hablando inglés y vistiendo ropa sofisticada».
Johnston explica que parte de este grupo ahora puede estar pensando en regresar a sus ciudades de origen y aceptartrabajos peor pagados para poder estar con sus familias.
Por otro lado, están los hijos de padres más ricos y exitosos que no tienen «tanta hambre como los niños super triunfadores de familias más pobres».
La experta cree que la llamada «cultura del tigre» de China es una barrera adicional, donde los padres se sienten bajo una intensa presión para ayudar a sus hijos a tener logros, algo que la escuela por sí sola no puede hacer.
Sienten que tienen que pagar lecciones adicionales de matemáticas, chino, inglés y música, o prepararse para exámenes de ingreso competitivos.
Queda por ver cómo se desarrollará todo esto en un momento en que China se enfrenta a un panorama económico difícil: una desaceleración del crecimiento, aumento de la deuda y una posible retracción total del sector inmobiliario del país.
En cuanto a Jeff, después de la presión de sus padres, finalmente consiguió otro trabajo, pero dice que es un empleo mucho menos exigente.
Gana la mitad de lo que solía ganar, pero asegura que tiene mucha más flexibilidad y por ahora planea quedarse.
«Podré seguir haciendo todos mis pasatiempos que descubrí durante mi tiempo de ‘acostado’, como esquiar y escalar rocas. Tengo tiempo para hacer lo que amo, estoy muy satisfecho».