El jefe bolivariano se ha erigido en el líder y defensor internacional de las tres revoluciones en apuros (Cuba, Nicaragua y Venezuela)
La cúpula revolucionaria celebró esta noche (madrugada en España) en el barrio habanero del Vedado el acto central del homenaje programado en el quinto aniversario de la muerte de Fidel Castro, con la participación de un invitado sorpresa: Nicolás Maduro. El líder bolivariano acompañó al presidente Miguel Díaz-Canel y su predecesor, Raúl Castro, en la inauguración del Centro Fidel Castro Ruz, «el aporte a la humanidad de su legado a los pueblos», como lo definió el speaker oficial del acto.
Los dirigentes presenciaron en directo la obra «Fidel habla». Maduro acudió acompañado de su mujer Cilia Flores, «primera combatiente revolucionaria», en un viaje que no fue comunicado previamente y del que sólo se tuvo conocimiento cuando la televisión chavista conectó con La Habana para seguir el homenaje en directo. El jefe bolivariano se ha erigido en el líder y defensor internacional de las tres revoluciones en apuros (Cuba, Nicaragua y Venezuela).
«Hoy conmemoramos cinco años de la siembra del comandante Fidel Castro, un héroe trascendental e inquebrantable que supo guiar al pueblo cubano en medio de las dificultades, para defender la dignidad y la soberanía de todas y todos», escribió el «presidente pueblo» en sus redes sociales antes de partir hacia la isla caribeña.
Maduro no se había mostrado públicamente desde la polémica celebración de su cumpleaños, para la que fue contratado el famoso cantante mexicano Pablo Montero, quien dedicó El Rey al «presidente pueblo» entre abrazos. Incluso Maduro se despachó con una ranchera.
La escapada del «hijo de Chávez» se produce también cuando todos los ojos políticos de Venezuela se centran en Barinas, la cuna de la revolución, que transcurridos cinco días desde las elecciones no cuenta todavía con gobernador electo. La oposición ha llamado a sus seguidores a tomar hoy las calles de la capital estatal para reclamar la victoria tras el conteo, algo que se niega a reconocer el chavismo. Además de ser uno de los bastiones más emblemáticos de la revolución y la tierra de Chávez, el perdedor es uno de los hermanos pequeños del «comandante supremo». La familia Chávez ha gobernado Barinas las últimas dos décadas.
Mientras, en la isla, se juegan otras cosas. El gobierno cubano ha aprovechado los múltiples homenajes dispensados en memoria de su «comandante invicto» para intentar trasladar a Díaz-Canel lo que queda de popularidad del mítico guerrillero. Reportajes de cuándo ambos se conocieron, de los años de lucha conjunta y de su ejemplo en su actual acción política han copado los medios.
«Fidel vive a cinco años de su tránsito a la eternidad», subrayó el primer mandatario para asegurar más tarde que «se ha multiplicado miles de veces en nuevas generaciones de revolucionarios».
Una afirmación que ya no se sustenta en la isla. El desapego y las ansias de cambio político, social y económico, tras 62 años con una revolución con la que no se sienten identificados, definen a las generaciones más jóvenes, que encabezaron el estallido social de julio y que todavía hoy desafían al castrismo pese al plan terror que mantienen fuerzas policiales, militares y las temidas brigadas de choque.
Los mismos jóvenes han vivido con indiferencia el bombardeo de culto al líder fallecido de las últimas horas. Incluso Díaz-Canel desveló que el despacho de Fidel en el Palacio de la Revolución permanece intacto, como si se tratara de un museo, tal y como lo dejó en su último día. «Trato de imaginarlo en medio de las duras batallas de tantos años desafiantes. Me inspira, me emociona. Y sigo peleando», aseguró el elegido por Raúl para mantener el gobierno del Partido Comunista al frente de la sociedad cubana.