Estados Unidos condenó a Rusia por realizar una prueba de misiles «peligrosa e irresponsable» que, según dijo el Departamento de Estado, puso en peligro a la tripulación de la Estación Espacial Internacional (EEI).
La prueba hizo estallar uno de los satélites rusos, generando restos que obligaron a la tripulación de la EEI a refugiarse en cápsulas.
La estación, que orbita a una altitud de unos 420 km, tiene actualmente siete tripulantes a bordo: cuatro estadounidenses, un alemán y dos rusos.
«Hoy mismo, la Federación Rusa ha llevado a cabo, de forma imprudente, una prueba destructiva de un misil antisatélite de ascenso directo contra uno de sus propios satélites», dijo el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price.
Según Price, la acción ha generado «hasta ahora más de 1.500 piezas de desechos orbitales rastreables y cientos de miles de piezas de desechos orbitales más pequeñas que ahora amenazan los intereses de todas las naciones».
La agencia espacial rusa, Roscosmos, restó importancia al incidente.
«La órbita del objeto, que obligó hoy a la tripulación a trasladarse a la nave espacial según los procedimientos habituales, se ha alejado de la órbita de la EEI. La estación está en la zona verde», tuitearon.
El material, difícil de controlar, pasó de largo sin incidentes, pero su origen concentra ahora la atención.
Al parecer, proviene de un satélite ruso averiado, el Kosmos-1408, que fue lanzado en 1982, pesaba más de una tonelada y había dejado de funcionar hace años.
LeoLabs, una empresa de rastreo de desechos espaciales, dijo que su instalación de radar en Nueva Zelanda detectó múltiples objetos en el lugar donde debería haber estado el satélite desaparecido hace tiempo.
No obstante, Price insistió en rueda de prensa que el peligro estaba lejos de desaparecer.
«Esta prueba aumentará significativamente el riesgo para los astronautas y cosmonautas de la Estación Espacial Internacional, así como para otras actividades de vuelo espacial humano», aseguró.
«El comportamiento peligroso e irresponsable de Rusia pone en peligro la sostenibilidad a largo plazo del espacio exterior y demuestra claramente que las afirmaciones de ese país de oponerse al armamento del espacio son poco sinceras e hipócritas«, agregó.
«Estados Unidos trabajará con sus socios y aliados para responder a este acto irresponsable».
Análisis del corresponsal de Ciencia, Jonathan Amos
Es difícil no ver las pruebas de misiles antisatélites (denominados ASAT) como una forma de locura, si se tiene en cuenta que es imposible controlar el campo de escombros que resulta de un impacto a alta velocidad.
Con este, se producen miles de fragmentos. Algunos serán propulsados hacia abajo, hacia la Tierra y fuera de cualquier peligro, pero muchos también se dirigirán a altitudes más elevadas, donde acosarán las misiones operativas durante años en el futuro, incluidas las rusas.
¿Qué habrán pensado los cosmonautas rusos de la Estación Espacial cuando se refugiaron en su cápsula Soyuz a primera hora del lunes por el riesgo de que los desechos de esta prueba se crucen con su hogar orbital?
La basura espacial empeora rápidamente. Sesenta y cuatro años de actividad por encima de nuestras cabezas significan que ahora hay aproximadamente un millón de objetos que corren por ahí arriba sin control con un rango de tamaño de 1 a 10 cm.
Un impacto de cualquiera de ellos podría poner fin a la misión de un satélite meteorológico o de telecomunicaciones vital. Las naciones deben limpiar el entorno espacial, no contaminarlo todavía más.
Varios países tienen la capacidad de derribar satélites desde tierra, entre ellos Estados Unidos, Rusia, China e India.
Las pruebas de este tipo de misiles son poco frecuentes, pero siempre suscitan una condena generalizada cuando se producen porque contaminan el entorno espacial para todos.
Cuando China destruyó uno de sus satélites meteorológicos retirados en 2007, creó más de 2.000 piezas de desechos rastreables que fueron un peligro constante para las misiones espaciales operativas, entre ellas las propias chinas.
Brian Weeden, experto en conocimiento de la situación espacial, consideró que si se confirmaba que Rusia había realizado una prueba que ponía en peligro a la EEI, era inevitable calificar esa conducta de «más que irresponsable».
La estación espacial ocupa una capa orbital que otros operadores intentan mantener limpia de hardware, ya sea en funcionamiento o retirado.
Sin embargo, los astronautas tienen que tomar cada vez más medidas de precaución cuando los fragmentos de antiguos satélites y cohetes se acercan de forma incómoda y peligrosa.
La velocidad a la que se mueve este material hace que pueda perforar fácilmente las paredes de los módulos de la EEI.
Las medidas de precaución suelen consistir en cerrar las escotillas entre los módulos y, como ocurrió el lunes, subir a las cápsulas que llevaron a los astronautas a la estación. Estos vehículos permanecen unidos a la EEI durante todo el período de servicio de las tripulaciones en caso de que sea necesario un escape rápido en forma de «bote salvavidas».