Esta semana Brasil superó el umbral de 300 mil muertos por Covid-19 tras poco más de un año de pandemia. Mientras varios estados federados enfrentan el peor colapso sanitario de su historia, en Río de Janeiro hay al menos 500 enfermos aguardando una plaza en el hospital.
Río de Janeiro, la ciudad más turística de Brasil, está entre las más afectadas del país y suma más de 20 mil muertos desde marzo de 2020. Debido al avance descontrolado del Covid-19, en las últimas dos semanas la media nacional de fallecidos creció un 67%.
En la central de Regulación Hospitalaria, un organismo dependiente del Ayuntamiento de Río de Janeiro, decenas de funcionarios trabajan de sol a sol para salvar vidas. “Este equipo hace la captación de plazas. Identifica las camas vacías en nuestra red y las pone a disposición para los médicos reguladores para atender a nuevos pacientes. Lo que más nos preocupa, desde el inicio de la pandemia, es que el aumento de casos sea abrupto; que haya muchos internados a la vez”, explica Vinícius Ladeira Fonseca, médico coordinador del centro.
A través de un eficiente sistema informático, los enfermos más graves son enviados directamente a los hospitales de Río de Janeiro con una cama asignada, ya sea en enfermería o en la unidad de cuidados intensivos, donde son entubados.
“Lo que acontece muchas veces es que el paciente no consigue llegar hasta nosotros. Por una cuestión de vulnerabilidad familiar o social, algunos de ellos no tienen acceso a los servicios sanitarios. Entonces no tenemos una noción real de los casos que están aconteciendo, porque no conseguimos tratar a muchos de ellos. Pueden morir antes en sus casas”, explica Karina Tavares, gerente de la Clínica de Familia Marcos Valadão.
Los pacientes entubados por complicaciones con el Covid-19 son cada vez más jóvenes
Bruno Sabino, cirujano del Hospital Ronaldo Gazolla, el centro de referencia para los enfermos de coronavirus, explica que durante esta segunda ola los pacientes entubados son cada vez más jóvenes.
“Había muchas camas vacías que se han llenado en las últimas dos semanas”, destaca el médico. Las autoridades sanitarias de Río de Janeiro aseguran que están haciendo todo lo posible para que nadie muera en la fila, como aconteció en otras ciudades, y para que no se produzca el temido colapso sanitario.
Entre el 26 de marzo y el 4 de abril, Río de Janeiro tendrá un confinamiento de 10 días para intentar contener el avance de los contagios. Solo podrán funcionar los servicios esenciales y estará prohibido el acceso a las playas, así como a museos, cines y centros comerciales. Para que surta efecto es necesario que los ciudadanos colaboren y observen unas medidas tardías y criticadas por el presidente Jair Bolsonaro.